La esquina es mi corazón – Pedro Lemebel

uando encuentre a Pedro Lemebel en la calle, en la Estación Mapocho, en alguna atiborrada estación de Metro, en un café, en la vida, pregúntele, en qué esquina está su corazón. ¿En cuántas esquinas abandonó su corazón Lemebel para volverlo a encontrar una y otra vez, para dibujarlo con flechas en las murallas, para prestarlo a sus vecinos, para maquillarlo de rojo y plata y colgarlo a la solapa de un otro? ¿Cuántas esquinas hay en la esquina del corazón de Lemebel? 

Penumbras de cine, con fondo de pantalla technicolor. Penumbras y humedades frías de Parque Forestal -sin número, que esta vez nadie lo necesita-, la oscuridad de la cárcel, los espacios de los cuarteles militares, las calles del Santiago antiguo, y suma y sigue, y dale rienda suelta a la lapicera sobre el papel, que hay tinta para rato, que hay cientos de amores y formas distintas de amar para seguir contando, para seguir tejiendo, para seguir inventando y decorando descarada y literariamente -casi al límite de lo literatoso y excesivamente barroco-, siempre en el límite de lo prohibido, siempre asombrando a cada vuelta de página. Lemebel podría ahogarnos con su presencia, podría matarnos con su forma de llevarnos cada vez, en cada línea, en cada adjetivo y situación, a pensar en la palabra `demasiado`. Pero ese es el truco, dejarnos bien ubicados apenas en el umbral de la palabra, pues cuando creemos que es preciso dar el salto, decirlo de una vez: ¡Basta ya!, el autor nos suelta y deja respirar, y hasta presta un espacio para quienes sentimos deseos de aplaudirlo por tenernos ahí, al borde del abismo durante 169 páginas. 

Nada la escritura de Pedro Lemebel es peligrosamente inobjetable, peligrosamente arrebatadora, sabrosa, casi puede morderse, descaradamente irreverente, picante, burda y cursi y elegante y precisa, todo a la misma vez. Y así en las hojas de este libro, de esta esquina de papel, con todos los cuasi excesos, el escritor, la ex `Yegua del Apocalipsis`, cuenta y profetiza y enseña el amor, la pasión vertiginosamente violenta de los que han sido llamados el tercer sexo.